Este fragmento del libro Neurociencia para educar mejor explora cómo el conocimiento del cerebro puede transformar la práctica pedagógica. Con referencias culturales de The Rolling Stones y Pink Floyd, el autor plantea que educar es una tarea ancestral y biológicamente esencial, pues el cerebro es el órgano que nos permite adaptarnos y modificar el entorno.

A través de ejemplos cotidianos, como el montaje de un mueble de Ikea, se explica que la genética influye pero no determina la inteligencia ni el aprendizaje, ya que el ambiente y la experiencia moldean las conexiones neuronales. El texto derriba la idea del cerebro como depósito de información: aprender significa crear y reforzar redes neuronales dinámicas, comparadas con “tuits” que se reescriben constantemente.

Asimismo, sostiene que las emociones son el motor del aprendizaje: el placer y la alegría favorecen la memoria, mientras que el miedo la deteriora. Finalmente, describe el desarrollo cerebral desde la infancia hasta la adolescencia, resaltando que la educación debe centrarse en la creatividad, la motivación y el bienestar emocional para potenciar un aprendizaje verdaderamente significativo. Bueno i Torrens, D. (2019). Neurociencia para educadores: Todo lo que los educadores siempre han querido saber sobre el cerebro de los alumnos y nunca nadie se ha atrevido a explicárselo de manera comprensible y útil. Octaedro.